Una historia de sobrevivencia desde el municipio más golpeado en Honduras por ETA e IOTA
"...Veo atrás este recuerdo y siento una gran impotencia porque no pude ayudar a todas las personas que necesitaban ser salvadas."
Históricamente el municipio de La Lima ha sido un centro productivo y comercial de gran importancia para la sociedad hondureña. Se encuentra situado en el Valle de Sula, rodeado por los ríos Chamelecón y Ulúa, ubicado a 15 km hacia el sureste de la ciudad industrial San Pedro Sula.
Además de los daños irreparables que causó el desbordamiento del río Chamelecón en casas de familias, negocios y cultivos, ETA también arrasó con el canal Maya, el único proyecto que facilitaba el flujo ordenado de los ríos desde el 2005 y que ha protegido de fuertes lluvias e inundaciones a este municipio bananero. Las enormes cantidades de basura y la falta de mantenimiento, provocaron que el canal se obstruyera e inundara las colonias Sitraterco y aledañas.
En esta colonia vive José Luis Ramírez Phillips, técnico en refrigeración, padre de dos hijos, esposo y sobreviviente de la tormenta tropical ETA y el huracán IOTA, quien accedió a compartir su experiencia de sobrevivencia con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Honduras (OACNUDH).
“Era una tarde lluviosa en la colonia Sitraterco de la Lima, estábamos mis hijos y mi esposa en casa, cuando de pronto escuchamos al alcalde “parlanteando*[1]” que deberíamos desalojar porque tal como en el huracán Mitch (1998), estábamos ante un grave riesgo de inundación. Pero nosotros no estábamos preparados para esta catástrofe, y las autoridades no habían habilitado albergues. Decidimos que mi esposa se fuera con nuestros hijos a casa de una familiar en San Pedro Sula, y yo me quedaría en la casa salvaguardando nuestras pertenencias. Noté que los vecinos tampoco desalojaron totalmente por temor a ser víctimas de robo.
Estando sólo en casa, me quedé viendo un partido de fútbol, y de repente tenía el agua a la altura de la cintura. Salí de mi casa nadando y llegué hasta el sector dos, donde vive mi madre, antes de la medianoche. En este sector aún no había inundaciones, aún. Dos días después, tuve que evacuar a mi madre, y al resto de la familia, sin equipos de rescate, ya que, en poco tiempo, el sector dos, estaba completamente inundado también.
Los meses han pasado pero la colonia sigue llena de lodo, veo atrás este recuerdo y siento una gran impotencia porque no pude ayudar a todas las personas que necesitaban ser salvadas. Aunque pude brindar un poco de apoyo en rescate a personas, había familias enteras pidiendo ayuda desde el techo, sin comida ni posibilidad de comprarla. Ahora, mis hijos me preguntan ¿papá, vamos a regresar a casa?, y yo no tengo respuesta”.
[1] Se refiere al uso de una bocina o alto-parlante adherido a un vehículo que usualmente se usa para dar mensajes de interés comunitario o venta de verduras y se traslada de una comunidad a otra en Honduras.