Su majestad, señor Presidente,
Agradezco a los Países Bajos y a Tayikistán por ser coanfitriones, y al Presidente de la Asamblea General por su papel decisivo.
Excelencias, queridas y queridos amigos,
El agua es la sangre vital de la humanidad.
Desde los alimentos que comemos.
Hasta los ecosistemas y la biodiversidad que enriquecen nuestro mundo.
A la prosperidad que sostiene a las naciones.
A los motores económicos de la agricultura, la industria y la generación de energía.
A nuestra salud, higiene y supervivencia.
El agua es un derecho humano y un denominador común del desarrollo para forjar un futuro mejor.
Pero el agua está en graves problemas.
Estamos drenando la sangre vital de la humanidad a través del sobreconsumo vampírico y el uso insostenible, y evaporándola a través del calentamiento global.
Hemos roto el ciclo del agua, destruido ecosistemas y contaminado las aguas subterráneas.
Casi tres de cada cuatro desastres naturales están relacionados con el agua.
Una de cada cuatro personas vive sin servicios de agua gestionados de forma segura o sin agua potable limpia.
Y más de 1.700 millones de personas carecen de saneamiento básico.
500 millones practican la defecación al aire libre.
Y millones de mujeres y niñas pasan horas cada día buscando agua.
Veo cuatro áreas clave para acelerar los resultados y cambiar la situación actual.
En primer lugar, cerrar la brecha en la gestión del agua.
Los gobiernos deben elaborar y aplicar planes que garanticen un acceso equitativo al agua para todas las personas, conservando al mismo tiempo este precioso recurso.
Hago también un llamamiento a los países para que colaboren a través de las fronteras para gestionar conjuntamente el agua.
Uno de los logros que más me enorgullecen como Primer Ministro de Portugal fue la firma con España, hace 25 años, del Convenio de Albufeira sobre la gestión del agua.
El Convenio sigue vigente hoy en día.
Vemos iniciativas similares en Bolivia y Perú y en otros lugares.
Y exhorto a todos los Estados miembros a que se adhieran e implementen el Convenio de las Naciones Unidas sobre el Agua.
En segundo lugar, invertir masivamente en sistemas de agua y saneamiento.
El estímulo propuesto para los ODS y las reformas de la arquitectura financiera mundial tienen como objetivo aumentar la inversión en desarrollo sostenible.
Las instituciones financieras internacionales deben desarrollar formas creativas de ampliar la financiación y acelerar la reasignación de los Derechos Especiales de Giro.
Y los Bancos Multilaterales de Desarrollo deberían seguir ampliando sus carteras de agua y saneamiento para apoyar a los países que lo necesitan desesperadamente.
En tercer lugar: centrarse en la resiliencia.
No podemos gestionar esta emergencia del siglo XXI con infraestructuras de otra época.
Esto significa invertir en tuberías, infraestructuras de suministro de agua y plantas de tratamiento de aguas residuales resistentes a los desastres.
Significa nuevas formas de reciclar y conservar el agua.
Significa sistemas alimentarios inteligentes desde el punto de vista del clima y la biodiversidad que reduzcan las emisiones de metano y el consumo de agua.
Significa invertir en un nuevo sistema mundial de información para prever las necesidades de agua en tiempo real.
Significa dotar a todas las personas del mundo de sistemas de alerta temprana contra fenómenos climáticos o meteorológicos peligrosos.
Y significa explorar nuevas alianzas público-privadas en todo nuestro trabajo.
Y en cuarto lugar: abordar el cambio climático.
La acción por el clima y un futuro sostenible para el agua son dos caras de la misma moneda.
No debemos escatimar esfuerzos para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados y ofrecer justicia climática a los países en desarrollo.
He propuesto al G20 un Pacto de Solidaridad Climática en el que todos los grandes emisores hagan esfuerzos adicionales para reducir las emisiones y los países más ricos movilicen recursos financieros y técnicos para apoyar a las economías emergentes.
A principios de esta semana, presenté un plan para intensificar los esfuerzos para lograr este Pacto de Solidaridad Climática a través de una Agenda de Aceleración para reducir las emisiones.
No tenemos un momento que perder.
Excelencias, queridas y queridos amigos,
Esta es más que una conferencia sobre el agua.
Es una conferencia sobre el mundo actual visto desde la perspectiva de su recurso más importante.
Esta conferencia debe representar un salto cuántico en la capacidad de los Estados miembros y de la comunidad internacional para reconocer y actuar sobre la importancia vital del agua para la sostenibilidad de nuestro mundo y como herramienta para fomentar la paz y la cooperación internacional.
Del agua como motor clave de las economías y la formulación de políticas...
Al reconocimiento del agua y el saneamiento como un derecho humano.
De la integración de las políticas del agua y del clima...
A un enfoque innovador en el uso del agua para la producción de alimentos.
Ahora es el momento de asumir compromisos que cambien las reglas del juego para dar vida a la Agenda de Acción para el Agua.
Muchas gracias.