La Eliminación de la Violencia contra las Mujeres es fundamental para el desarrollo de Honduras
Por Alice Shackelford, Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Honduras
El 25 de noviembre celebramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, y aunque es un tema por el que desde las Naciones Unidas trabajamos de manera continua, hoy tenemos una oportunidad de traerlo al foco público con mayor fuerza. Esta es la pandemia más vieja y larga en nuestras casas y comunidades.
Nos encontramos atravesando un momento de gran crisis global y nacional con la pandemia de la COVID-19 y, en Honduras, esto afecta temas de pobreza, desigualdad, inseguridad alimentaria y gobernanza, entre otros. Ahora, con la emergencia ocasionada por el paso de las tormentas tropicales Eta e Iota, todo esto se ha agravado aún más. La violencia contra mujeres y niñas se ha acrecentado en medio de todo lo que está pasando, incluyendo mujeres en las comunidades indígenas, afrodescendientes y la comunidad LGTBI. Según datos recientes del país, en los primeros cinco meses de pandemia se habían recibido más de 50,000 denuncias de violencia doméstica e intrafamiliar, y se registraron al menos 151 femicidios durante el confinamiento. Además, ya se registran reportes sobre violencia basada en género y violencia sexual en albergues habilitados para atender a poblaciones afectadas por las últimas tormentas tropicales que azotaron el país.
La violencia basada en género es un asunto de emergencia pública que afecta el desarrollo del país y la vigencia de los derechos humanos. Este tipo de violencia representa una violación al núcleo básico de los mismos y afecta el desarrollo humano, pues tiene implicaciones profundas en temas de salud, oportunidades económicas, educativas, sociales y culturales de las mujeres. Se estima que, a nivel global, el costo de la violencia contra mujeres y niñas es alrededor del 2% del Producto Interno Bruto (PIB).
Honduras debe fortalecer sus esfuerzos en medidas y acciones de prevención de femicidios, asegurar celeridad en la atención de las denuncias recibidas al 911 y que disminuir la mora judicial en los juzgados del país. Actualmente, el 90% de los casos de violencia contra las mujeres se mantiene impune en Honduras.
En los últimos días, he tenido la oportunidad de compartir con mujeres refugiadas y albergadas. La mayoría de estas mujeres son jefas de hogar con entre 3 y 5 niños y niñas. Escuchar sus testimonios me ha permitido conocer su sufrimiento, pero también su resiliencia y fortaleza. Tenemos que seguir fortaleciendo espacios de empoderamiento para las mujeres y niñas, y luchar contra normas culturales y masculinidades tóxicas presentes en la sociedad. Esto significa adoptar un enfoque en educación, cultura de empoderamiento, acceso a salud sexual y reproductiva, eliminación de embarazos precoces y prevención de violencia de género y violencia política, entre otros. En la respuesta a las últimas emergencias, y en la lucha contra la COVID-19, tenemos que decir NO a la violencia y posicionar el tema de la eliminación contra mujeres y niñas en todos los ámbitos de la sociedad.
El cambio es posible y Honduras lo ha demostrado en varias esferas. Estamos a la espera de la nueva ley electoral y la paridad vertical consensuada con la implementación del 15% de la deuda política para capacitaciones a mujeres. Al mismo tiempo, esperamos la implementación del decreto de emergencia y la conformación de la mesa de emergencia para agilizar su ejecución. Reconocemos el papel estratégico del sector privado y de los sindicatos en los cambios de las normas culturales y la eliminación del patriarcado.
El año 2020 marca un hito en la agenda de la igualdad de género, pues es el 25 aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer y de la adopción de su resultado histórico: la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing. Este logro fue posible gracias a la lucha y el compromiso de muchas mujeres activistas, feministas y lideresas alrededor del mundo. En este día, celebro a las mujeres hondureñas, su activismo y su pasión, y recuerdo a las mujeres activistas y feministas que han perdido su vida por esta lucha. Las mujeres defensoras de derechos humanos de Honduras requieren nuestro apoyo y nuestra solidaridad.
Aunque se han logrado importantes avances desde su adopción, nos queda mucho que hacer y lograr. El Secretario General de las Naciones Unidas ha diseñado una estrategia de compromiso político sobre violencia de género y la COVID-19, la cual tiene como objetivo alinear a los actores en el cambio de políticas concretas en torno a cuatro estrategias básicas: la financiación, la prevención, la respuesta y la recopilación de datos.
Desde las Naciones Unidas en Honduras, trabajamos a través de nuestras agencias, para eliminar la discriminación y la violencia en contra de las mujeres y niñas, por su empoderamiento y para lograr igualdad entre mujeres y hombres como socios y beneficiarios del desarrollo. Lideramos esfuerzos para asegurar compromisos de igualdad y transversalidad de género que se traduzcan en acciones en el país, a través de una asociación eficaz con el gobierno, la sociedad civil, la comunidad, el sector privado y otros actores relevantes. Es crítico fortalecer al Instituto Nacional de la Mujer (INAM) y su capacidad de liderar esfuerzos y producir cambios en el seno de todo el gobierno, así como la implementación del Plan de Igualdad y Equidad de Género.
Debemos escuchar la voz y las experiencias de las mujeres y niñas, especialmente las de las supervivientes y la de aquellas que afrontan formas múltiples de discriminación y violencia, incluyendo a mujeres pertenecientes a los pueblos indígenas, afrodescendientes y la comunidad LGTBI. Además, debemos priorizar el liderazgo de las mujeres en la búsqueda de soluciones e involucrar a los hombres en la lucha. Debemos incluir activamente a las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en pro de los derechos de las mujeres, pues son estas en muchos casos, las primeras en responder en situaciones de crisis. Además, es fundamental mantener abiertos y debidamente dotados de recursos a los servicios destinados a las supervivientes de violencia, y la lucha a la impunidad, como también asegurar que las medidas adecuadas para apoyar respuestas sanitarias, sociales y en materia de justicia estén implantadas.
No sólo debemos pensar en responder una vez que se produce la violencia conta la mujer, sino que, antes que nada, debemos intentar prevenirla. Unidos en solidaridad y cooperación, podremos superar estos desafíos. En este día internacional, trabajemos unidas y unidos, y redoblemos esfuerzos para erradicar para siempre la violencia de género.