La Conferencia sobre el Clima de las Naciones Unidas que se celebrará en Glasgow, conocida como COP 26, pondrá a prueba a los dirigentes del mundo.
Su acción, o inacción, reflejará la importancia que conceden a la lucha contra esta emergencia planetaria.
Las señales de alerta están por todas partes: las temperaturas alcanzan récords en todo el mundo; la biodiversidad se hunde como nunca antes; y los océanos se calientan, se acidifican y se ahogan con los residuos plásticos. El aumento de las temperaturas convertirá amplias regiones del planeta en zonas muertas para la humanidad antes de que acabe el siglo.
La respetada revista médica The Lancet ha descrito el cambio climático como la “narrativa que definirá la salud de la humanidad” en los próximos años, una crisis caracterizada por la generalización del hambre, enfermedades respiratorias, desastres mortíferos y brotes de enfermedades infecciosas que podrían ser incluso peores que la COVID-19.
A pesar de la fuerza con la que repican las campanas de alarma, los últimos informes de las Naciones Unidas contienen nuevas pruebas de que las acciones adoptadas hasta ahora por los Gobiernos no bastan para lograr lo que tan urgentemente se necesita.
Los recientes nuevos anuncios en materia de acción climática son bienvenidos y fundamentales, pero el mundo se dirige, aún así, hacia un aumento catastrófico de la temperatura global muy por encima de los 2 ºC.
Esta situación se aleja mucho del objetivo de 1,5 ºC que se impuso el mundo en el Acuerdo de París, un objetivo que, según la ciencia, es la única opción sostenible para el planeta.
Se puede lograr ese objetivo.
A condición de reducir un 45 % las emisiones mundiales en este decenio respecto de los niveles de 2010.
A condición de alcanzar unas emisiones netas de valor cero a nivel mundial para 2050.
Y a condición de que los dirigentes acudan a Glasgow con metas valientes, ambiciosas y verificables para 2030 y políticas nuevas y concretas para invertir la marcha de este desastre.
Los dirigentes del G20 en particular deben estar a la altura.