He visto muchos informes científicos durante mi carrera, pero ninguno como este. El informe del IPCC de hoy es un atlas del sufrimiento humano y una acusación que apunta al fallido liderazgo en materia climática.
El informe, que incluye una sucesión de hechos, pone de manifiesto la forma en que el cambio climático está aplastando a las personas y el planeta.
Casi la mitad de la población vive en una zona de peligro – ahora.
Muchos ecosistemas han alcanzado el punto de no retorno – ahora.
La contaminación por emisiones de carbono sin control empuja a la población más vulnerable del mundo a un camino de destrucción – ahora.
Los hechos son innegables.
El abandono del liderazgo es un delito.
Los mayores contaminadores del mundo son culpables de incendiar el único hogar que tenemos.
Es fundamental cumplir el objetivo de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5ºC.
La ciencia nos dice que para lograrlo el mundo debe reducir un 45 % las emisiones para 2030 y lograr emisiones netas de valor cero para 2050.
Pero a la luz de los compromisos actuales, las emisiones mundiales aumentarán casi un 14 % en la década actual.
Eso supondrá una catástrofe.
Destruirá cualquier posibilidad de mantener vivo el objetivo de los 1,5ºC.
El informe de hoy subraya dos verdades fundamentales.
La primera, que el carbón y otros combustibles fósiles están ahogando a la humanidad.
Todos los Gobiernos del G20 han acordado dejar de financiar la energía basada en el carbón en el extranjero. Ahora deben hacer lo mismo, y de forma urgente, en su propio país y desmantelar las instalaciones que operan con carbón.
Quienes sigan financiando el carbón en el sector privado deben rendir cuentas por ello.
Los gigantes del petróleo y el gas, y sus garantes, también quedan avisados.
No se puede pretender ser ecológico mientras se tienen planes y proyectos que socavan el objetivo de lograr emisiones netas de valor cero para 2050 y que ignoran las importantes reducciones de emisiones que deben producirse durante esta década.
El público no se dejará engañar por esa cortina de humo.
Los países de la OCDE deben eliminar gradualmente el carbón para 2030, y el resto de países, para 2040.
La matriz energética mundial actual no funciona.
Como demuestran claramente los acontecimientos actuales, nuestra continua dependencia de los combustibles fósiles hace que la economía y la seguridad energética mundiales sean vulnerables a las perturbaciones y las crisis geopolíticas.
En vez de frenar la descarbonización de la economía mundial, es el momento de acelerar la transición energética a un futuro basado en energías renovables.
Los combustibles fósiles son un callejón sin salida para nuestro planeta, para la humanidad y también para las economías.
Una transición rápida y bien gestionada a las energías renovables es el único camino para lograr la seguridad energética, el acceso universal y los empleos verdes que necesita el mundo.
Pido a los países desarrollados, los bancos multilaterales de desarrollo, los agentes financieros privados y otras partes interesadas que formen coaliciones para ayudar a las principales economías emergentes a dejar de utilizar el carbón.
Los mecanismos de apoyo específicos de ese tipo excederían las necesidades existentes en materia de desarrollo sostenible.
La segunda conclusión principal del informe es una noticia ligeramente mejor: la inversión en adaptación funciona.
La adaptación salva vidas.
A medida que empeoren los impactos del cambio climático, y lo harán, será esencial ampliar las inversiones para sobrevivir.
Se deben impulsar la adaptación y la mitigación con la misma fuerza y urgencia.
Por eso he abogado por dedicar a la adaptación el 50 % de toda la financiación para el clima.
El compromiso de Glasgow sobre financiación de la adaptación es claramente insuficiente para responder a los problemas a los que se enfrentan las naciones que se encuentran en primera línea de la crisis climática.
También insto a que se eliminen los obstáculos que impiden a los pequeños Estados insulares y los países menos adelantados conseguir la financiación que tan urgentemente necesitan para salvar vidas y medios de vida.
Necesitamos nuevos criterios de admisibilidad para afrontar esta nueva realidad.
Cualquier retraso conlleva muertes.
Aquellos que luchan con soluciones en la primera línea de la crisis climática me inspiran.
Todos los bancos de desarrollo (multilaterales, regionales, nacionales) saben lo que hay que hacer: trabajar con los gobiernos para desarrollar carteras de proyectos de adaptación financiables y ayudarlos a encontrar financiación pública y privada.
Y todos los países deben acatar el compromiso de Glasgow de reforzar cada año los planes nacionales de acción climática hasta alcanzar el objetivo de 1,5ºC.
El G20 debe liderar este esfuerzo, o la humanidad pagará un precio más infausto si cabe.
Sé que la gente está inquieta y enfadada en todo el mundo.
Yo también lo estoy.
Es el momento de transformar la ira en acción.
Cada décima de grado cuenta.
Cada voz puede marcar la diferencia.
Y cada segundo es vital.
Muchas gracias.