Honduras, y el mundo, necesitan amor, no odio.
#NoAlOdio
Hablamos mucho de la importancia de una sociedad pacífica y respetuosa como base de una democracia y en estos días esto es un tema muy presente en las mentes de muchas personas en Honduras. Un peligro latente que tenemos en la realidad diaria del país son los discursos de odio. El discurso de odio incita a la violencia, menoscaba la diversidad y la cohesión social y "amenaza los valores y principios comunes que nos unen", tal como dijo el Secretario General de las Naciones Unidas en su mensaje para el primer Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio, el cual se conmemoró el pasado 18 de junio.
"Promueve el racismo, la xenofobia y la misoginia, deshumaniza a las personas y a las comunidades, y perjudica seriamente nuestros esfuerzos por promover la paz y la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo sostenible" - Secretario General de la ONU.
Honduras, como muchos países, no se aliena de este fenómeno. En estos dos años que he vivido en Honduras, he visto y sigo viendo varios ejemplos, mensajes de odio contra mujeres (incluido mujeres políticas), personas LGTBI+, personas con discapacidad, personas migrantes y desplazadas, personas indígenas, garífunas y afrodescendientes. Esto representa un peligro para cada una de estas personas y también para la sociedad como conjunto. De hecho, muchos de estos grupos han sido y son víctimas de violencia en el país, la cual sigue siendo un golpe duro para la sociedad.
Todos nacemos libres e iguales en dignidad y derecho y es responsabilidad de cada uno y una construir un ambiente pacífico y respetuoso de uno y otra.[1] La exclusión y la discriminación no hacen más que crear inseguridad y peligro. Hay diferentes opiniones y posiciones alrededor de varios temas, pero esto no significa que la manera para gestionar estas diferencias sea a través de ataques, denigraciones y lenguaje ofensivo, llegando hasta la violencia.
¿Qué ganamos con esta actitud violenta y ofensiva?
Nada.
¿Qué ganamos con crear un ambiente donde una persona tenga miedo de caminar por la calle solo por su color, género o discapacidad?
Nada.
Un día es contra un grupo y otro día contra otro y así sucesivamente.
Ninguna sociedad es inmune a los discursos de odio. Las palabras pueden convertirse en armas, pues estas pueden escalar del discurso de odio a la violencia. Esto lo hemos visto evidenciado en la historia desde el antisemitismo que impulsó el Holocausto hasta el genocidio cometido contra los tutsis en Rwanda en 1994.
La verdad es que ningún niño o niña nace con odio. El odio se enseña y nos muestra la responsabilidad personal de cada una y cada uno de nosotros en la creación de estereotipos y prejuicios que alimentan los discursos de odio y, por ende, la responsabilidad y deber de contrarrestarlo y erradicarlo.
Los espacios de socialización de un niño o niña, como la familia, la comunidad, la iglesia y la escuela, son donde hay gran riesgo y donde se pueden comenzar a cimentar los estereotipos y prejuicios que internalizan el odio. La educación, conocimiento y socialización con personas de diferentes contextos y opiniones es crítico en todos estos espacios.
La lucha contra la incitación al odio es responsabilidad de todas y todos. Esto incluye al gobierno, la sociedad, el sector privado, las mujeres y los hombres. Todos somos responsables. ¿Y qué podemos hacer? Verificar la información que recibimos y compartimos, decir no a las incitaciones de odio y no compartir mensajes relacionados, apoyar a las personas que son impactadas por este tipo de mensajes y ser solidarios y solidarias con ellas.
Las mismas herramientas que se usan para difundir el odio son las mismas herramientas que podemos usar para combatirlo. Las charlas y los chismes entre familiares y amigos, hasta el internet y los medios sociales, han sobrealimentado el discurso de odio y permitido que se extienda, así que también podemos llenar estos espacios de mensajes de amor y solidaridad.
Desde Honduras nos sumamos a los esfuerzos para erradicar este flagelo guiados por la Estrategia y Plan de Acción de las Naciones Unidas para la Lucha contra el Discurso de Odio, respetando al mismo tiempo la libertad de expresión y de opinión, pero comprometiéndonos una vez más a hacer todo lo posible para visibilizar los efectos del discurso de odio, prevenirlo y acabar con él, promoviendo el respeto a la diversidad y la inclusión.
El odio es un peligro para todos y todas, por lo que combatirlo debe ser una tarea de todos y todas.
Verifiquemos
Solidaricémonos
Rechacemos y digamos NO al odio en cualquier momento
Honduras, así como el resto del mundo, necesita amor y no odio.