Reintegración sostenible: la luz al final del túnel para las personas que retornan a Honduras
Si bien el retorno permite a las personas volver a conectarse con sus raíces, eso no significa que la reintegración sea fácil.
“Por falta de oportunidades laborales en Honduras, tomé la decisión de dejar mi pueblo y mi familia para irme del país”, recuerda Miguel Ayala, un migrante hondureño originario de Cofradía, un pueblo al norte del país. “Sin saber lo que me esperaba, fui una víctima más en la ruta migratoria y perdí mis dos piernas”. Después del accidente, Miguel regresó a su pueblo y, como muchos, se ha enfrentado a los retos de la reinserción.
Pedro Madrid, un joven del municipio de Villanueva, también en el norte de Honduras, decidió hace algunos años sumarse a uno de los flujos masivos de personas que abandonaron el país. Su objetivo era brindar a su familia una mayor estabilidad económica, pero después de kilómetros recorridos vio como su camino se llenaba de obstáculos que ponían en riesgo su vida y decidió no continuar, retornando al país poco tiempo después.
Si bien el retorno permite a las personas volver a conectarse con sus raíces, eso no significa que la reintegración sea fácil. Este es un proceso más a largo plazo vinculado con revertir los factores que llevaron a las personas a tomar la decisión de migrar irregularmente, y para algunas personas está plagado de dificultades.
Por un lado, el hecho de no haber conseguido el objetivo, así como presenciar o vivir situaciones donde se vulneran los derechos humanos, trae fuertes repercusiones en la salud psicosocial de las personas. Por otro lado, las personas pueden enfrentar dificultades para generar medios de vida que brinden sustento a sí mismas y sus familias.
Regresar y comprobar que las condiciones sociales o económicas por las que decidieron migrar continúan igual, puede conllevar a sentirse completamente sin esperanza.
Eso le ocurrió a Jenny Vásquez, quien antes de la pandemia de COVID-19, migró desde Honduras hasta España, donde se encargaba del cuidado de personas de la tercera edad. En noviembre de 2020, mientras se encontraba en Madrid, recibió la terrible noticia de que Chamelecón, su comunidad de origen, había sido duramente azotada por los efectos de las tormentas tropicales Eta y Iota.
“Eso me motivó a regresar a Honduras, mis hijos aún seguían aquí y luego de lo sucedido sentía que tenía que estar con ellos. Quedé muy impactada por cómo las lluvias habían dañado todo”, recuerda Jenny. “Sin embargo, fue muy complicado al principio, no sabía ni por dónde empezar de nuevo”.
Según el Observatorio Consular y Migratorio del Gobierno de Honduras, el número de casos de retorno al país en 2022 aumentó hasta las 88,555 personas, casi un 62% más que en 2021, siendo México y Estados Unidos los países desde donde más son retornadas las personas hondureñas.
En la última década, Honduras ha tenido avances importantes en la creación de mecanismos e infraestructuras para brindar atención inmediata a las personas que arriban al país, prueba de ello es la puesta en marcha de los Centros de Atención al Migrante Retornado (CAMR).
Sin embargo, ahora el principal reto para el país centroamericano es generar respuestas más duraderas para que las personas que son atendidas en los CAMR alcancen una reintegración sostenible.
“La reintegración puede considerarse sostenible cuando las personas que retornan han alcanzado un nivel de autosuficiencia económica, estabilidad social dentro de su comunidad y bienestar psicosocial que les permite hacer frente a los factores que motivan a las personas a migrar” explica el jefe de Misión de la OIM para El Salvador y Honduras, Nicola Graviano.
El Pacto Mundial sobre Migración hace un enérgico llamado a facilitar la reintegración sostenible en la vida comunitaria de las personas migrantes que regresan otorgándoles idéntico acceso a la protección y los servicios sociales, la justicia, la asistencia psicosocial, la formación profesional, las oportunidades de empleo y el trabajo decente.
Por esta razón con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Honduras implementa el programa Respuestas Integrales sobre Migración en Centroamérica. Dentro de sus áreas de acción está la generación de medios de vida para las personas retornadas a Honduras con procesos de formación técnica y administrativa, acompañamiento psicosocial, formación para el empleo y la compra de insumos y materiales para la puesta en marcha de microempresas, por medio del involucramiento de gobiernos locales, socios estratégicos y empresa privada.
“Nunca perdí la esperanza de salir adelante,” dice Miguel Ayala, mientras moldea las partes para formar una de las sillas que produce en su taller de ebanistería. Él es uno de los beneficiarios de este programa, y obtuvo capital semilla para emprender su propio negocio como carpintero.
Por su lado, Pedro Madrid, con mucha emoción, platica de sus nuevos emprendimientos.
“Logré establecer mi propio negocio de venta de motocicletas, y una granja de gallinas que producen huevos que luego vendemos en la tienda de abarrotería que dirige mi esposa”.
Mientras tanto, en su vivienda en Chamelecón, Jenny Vásquez ha establecido su propio salón de belleza donde diariamente atiende a su clientela.
Alrededor del mundo hay miles de personas que regresan a sus comunidades con mucha incertidumbre. Así como a Miguel, Pedro y Jenny, durante el año 2022, OIM apoyó a unas 2,000 personas retornadas o miembros de la comunidad con fortalecimiento técnico para el empleo o capital semilla para sus emprendimientos.
“Luego de retornar a mi hogar el proceso no fue fácil, pero hoy puedo decir que, gracias al éxito de mis emprendimientos, he alcanzado la independencia económica a la que siempre había aspirado”, dice Pedro con un brillo de alegría en sus ojos.
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Esta historia fue escrita por Erick Escoto e Ismael Cruceta de la Unidad de Comunicaciones e Información Pública de la OIM Honduras.